lunes, 3 de marzo de 2008

Los árboles transgénicos ¿Son la solución para la industria papelera del siglo XXI?

Ya he hablado en otros artículos sobre la crisis que afecta a la industria papelera mundial: alto costo de materia prima, encarecimiento de la energía consumida en los procesos, relación euro-dólar, competencia feroz que hace bajar los precios, balances en rojo, pérdidas millonarias, etc.

Muchas empresas de la industria buscan una solución temporal cerrando plantas (para retraer la oferta y subir los precios), concentrando sus mercados (la Unión Europea), buscando fusiones para optimizar sus cadenas de producción y logística, reconvirtiéndose y haciendo inversiones en el Hemisferio Sur (donde los costos son menores, fundamentalmente por la alta tasa de crecimiento de los árboles plantados, que permite una rotación de tala mayor que en el Hemisferio Norte).

El cierre de plantas y su traslado a éstas latitudes trae además aparejado un problema no menor, que preocupa y mucho, a los países industrializados –y especialmente a los papeleros por excelencia- que es la desocupación. Miles de obreros son expulsados del mercado laboral y se incrementan los seguros sociales a pagar.

Es por ello que los laboratorios de Investigación y Desarrollo de la industria buscan una solución de fondo sus problemas. En el marco de la polémica que aún suscitan los cultivos transgénicos (contaminación, prohibición de acceso a ciertos mercados, fallas en rendimientos, etc.), surgen ahora los árboles transgénicos.


Estos árboles genéticamente modificados permitirían abaratar el costo de la materia prima para producir pasta celulósica y papel, al tiempo que ayudarían a la reconversión de parte de la industria al mercado del Bioetanol (el llamado combustible “verde” o biocombustible)también fuente de polémica.

Los grupos ambientalistas y ecologistas ya hicieron oír sus voces alegando que los monocultivos forestales tienen fuertes impactos sobre el suelo, los bosques naturales y el medio ambiente en general. En el suelo, por la gran absorción de nutrientes que demandan; en los bosques naturales, debido a la contaminación transgénica por el polen esparcido; en el medio ambiente, por la mortandad que causarían en diversas especies de insectos no objetivo, las propiedades insecticidas conferidas, y que impactarían sobre el resto de la cadena alimenticia.

Las empresas papeleras, por el contrario y como es de esperar, ven todos los beneficios que este tipo de árboles traerían a la industria: resistirían muy bajas temperaturas (lo que permitiría seguir manteniendo plantas y trabajo en los países desarrollados), tendrían un crecimiento más rápido (idem caso anterior), contendrían menos lignina (componente químico que le da “estructura” al árbol, pero que debe separarse de la celulosa para la producción de pulpa, lo que demanda gran consumo de energía).

En cuanto a los argumentos que esgrimen los grupos ecologistas las empresas papeleras responden que: con una buena rotación de cultivos el impacto en el suelo sería mínimo, con insecticidas más avanzados se eliminaría el peligro de afectar a especies no objetivo, que se está trabajando con genes especiales para que los árboles transgénicos den semillas “estériles” que eviten la contaminación a áreas de bosques naturales.

A las discusiones y debates sobre los cultivos transgéncos para consumo humano, los pros y contras de los biocombustibles y la contaminación que provocarían las empresas del sector papelero, se suman ahora los árboles transgénicos. La polémica recién comienza.

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