En el balneario de Ñandubaysal (ver foto), en territorio argentino y a 8 km de la planta de Botnia, se haya un laboratorio de campo montado por el gobierno nacional para llevar a cabo el monitoreo ambiental de la zona.
Se trata de un contenedor blanco de seis metros por tres colocado sobre la arena, del cual cuelgan carteles con la leyenda “Laboratorio de campo de Ñandubaysal”. Esta estación forma parte del plan articulado por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, que goza de un presupuesto de unos 5 millones de pesos.
Colaboran en el monitoreo la Prefectura Naval Argentina, las universidades de Buenos Aires, de La Plata , del Litoral y de Luján, el Conicet, la Comisión Nacional de Energía Atómica y el Servicio Meteorológico Nacional.
Antes de que comenzara a operar Botnia se realizó un mapeo ambiental de la zona que incluyó estudios sobre el aire, el agua y la tierra. Estos muestreos servirán para contrastar con estudios futuros y determinar si la planta contamina o no.
Por su parte el municipio diseño un Plan de Contingencia Ambiental que cuenta con número gratuito para recibir denuncias, el 105. En el diagrama de emergencia participan Defensa Civil, Prefectura, Gendarmería, Policía, Bomberos y la dependencia de Salud del municipio.
Pasados dos meses del inicio de producción de pasta celulósica por parte de Botnia, no se ha registrado ningún indicio de contaminación ambiental, por lo menos así se desprende de los resultados de los monitoreos llevados a cabo hasta ahora.
Por su parte el 105 recibió 30 llamadas, 24 de las cuales fueron derivadas al Hospital Centenario. Su director Hugo Eduardo Gorla confirmó la cifra y señaló que en su mayoría fueron consultas “por irritación de las vías aéreas superiores, nariz o boca, y otras pocas por irritación en la piel”. Fue claro al afirmar que “no podemos decir que esas patologías respondan a Botnia”
Sólo el tiempo dilucidará la cuestión ambiental hoy en discusión.
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